Mi chico y yo llevamos a nuestros sobrinos, Luis y Candela, de siete años ambos, al Parque Warner.
Era la primera vez que iban no solo a ese parque en concreto, sino a cualquier parque de atracciones en general.
Cuando Luis y Candela tengan 37 años, durante una mañana de sol, ¿acudirán imágenes de ese día a su memoria? ¿recordarán el día que Jaime y Popy, sus tíos gays, les llevaron al Parque Warner y les subieron a Scooby Doo, a la montaña rusa de agua Río Bravo? ¿les vendrán ráfagas de recuerdos de los coches de choque del Joker, en la montaña rusa del Correcaminos, en la de Tom y Jerry, en las tazas, del mismo modo que grabado a fuego en mi memoria están esos días con mi madre con el Museo de cera, en el Zoo, con mi padre en Cortylandia?
¿Les llevamos a pasar el día al Parque Warner para que disfrutasen de las atracciones o para que nos recuerden?
Qué ingenuidad y qué debilidad el querer ser recordado por alguien durante un tiempo.
El inevitable olvido.
Gente de Valencia. Valencianas. Falleras todes. Este sábado, día 14, a las 18:30h… Directo de Pijas Marrones en el Teatro El Musical, con Ismael Chappazz y Diana Cubo.
Será destroy.
Las entradas serán gratuitas. Entrad en Estación Podcast y descargadlas.
No te lo pierdas, nano.
Junio.
Mes LGTBIQ+ de pinkwashing, este año con marcas que ante el trumpismo han decidido arrimarse al sol que más calienta y renegar de la diversidad.
Da un poco de penita saber que todo era mentira, vacuo mercantilismo (en realidad siempre lo supimos) pero así casi estamos mejor. Así las marcas por fin se quitan la máscara y le devuelven el movimiento a quien realmente pertenece: los maricones.
Escuchando el nuevo disco de esta Miley ozempicada y mujer, viendo stories del épico y ultra-travesti concierto de Chappell Roan en el Primavera. Del de Amaia.
Las reventadas que no van al Primavera porque no tienen dinero para ir dicen que los que van al Primavera son muy pesadas subiendo stories, pero a mi me encanta que lo hagan. Es humano que quieran dejar constancia de que han estado.
Los primeros tienen derecho a su pataleta y los segundos a su entrañable alarde.
Se necesitan mutuamente. Los unos no serían nada sin los otros.
Se retroalimentan.
Quedé para comer en El Corte Inglés de Princesa con Javier Montes.
Nos habíamos visto en la presentación de la novela de Mario Canal, pero hacía doce años que no quedábamos.
Fue como si hubiésemos quedado hace dos días.
Pero habían pasado doce años.
Encontré muy cambiado a Javier; menos ácido de lo que le recordaba, más tierno. Muy cariñoso.
Me recordó más que al Javier Montes de 1997 que al Javier Montes de 2012.
Como recién salidos de una máquina del tiempo, estuvimos hablando de la polarización de España, del cine de Carla Simón y de Oliver Laxe, de maricas fachas, de lo buen recomendador que es Pedro Almodóvar, de la hipocresía de los discursos en las redes sociales y de cómo nos gustó en su día El desconocido del lago y de lo mucho de menos que echamos a ese director, Alain Guiraudie.
Javier me trajo su novela Luz del fuego, sobre la vida y la enigmática figura de Dora Vivacqua.
Hay gente que se va un finde semana a una casa rural.
¿No les da miedo que aparezca un loco del pueblo y les mate? O unos niños pijos a divertirse haciéndoles un Funny Games.
Yo en una casa rural no podría dormir.
Ferdi y Vero me recogieron en casa y corrimos al Imax del Herón City para ver la nueva y última Misión Imposible.
Vero quería una ensalada, así que subimos a la terraza de El Kiosko.
Palomitas y Coca Cola king size de la maquina que puedes combinar sabores y justo antes de la película, en el pantallón Imax, aparece Tom Cruise mirando a cámara, rompiendo la cuarta pared dándonos las gracias por haber elegido Imax pues él había hecho la película para que se viese en la pantalla más grande posible.
Me impactó que una estrella así nos hablase directamente.
La película no es de las mejores de la saga, en absoluto. Le falta el ingenio de secuencias de acción como la del tren cayendo vagón tras vagón, la del rascacielos de Dubai o la de la ópera con Rebecca Ferguson. Y le sobra gravedad.
Debería haber sido más divertida y menos elegiática.
Durante la proyección hubo momentos torpes, otros momentos preciosos relacionados con la recuperación de personajes de las primeras películas. Diálogos simplones y otros verdaderamente inspirados. Personajes a olvidar y otros inolvidables.
Ver a Tom Cruise, una de las últimas grandes estrellas de cine junto a Julia Roberts, resulta todo un espectáculo: Se le ve guapo, feo, joven, viejo, con la cara inflada, con el pelo del cantante Raphael… Sin duda, el mejor productor de Hollywood.
El único que no está dispuesto a doblegar el gran espectáculo del cine ante ninguna plataforma de streaming.
Mi chico se iba de viaje de hermanos a Londres con su hermana Vir. Fue salir por la puerta y llamé corriendo a Papa Johns, que mi chico no me deja comer más pizza de la cuenta.
Me la comí viendo La familia de la tele en RTVEPLAY, que me encanta porque han fichado a Alba Carrillo y a Benita. Después me puse un Tentáculos, que aunque no aguanto el tono de profe de cole de Carlota Corredera, han fichado a una fagotas muy guays y a Carolina Sobe y el programa de pronto ha adquirido un tono propio.
Y Supervivientes, que me ha dado mucha rabia que hayan echado a Carmen Alcaide y a Pelayo, que han sido todo espectáculo televisivo.
Pelayo empezó fingiendo ser Gandhi, pero enseguida se le cayó la máscara. Ha sido Pelayo en estado puro y ha logrado tener a un hetero manader de Vox a sus pies en la isla.
Quedé con Reyes para comer de picoteo en alguna terracita. Estaba recién llegada de Nueva York, que no había podido venir al directo de San Isidro de Pijas Marrones.
Había visto un Otelo con Jake Gyllenhaal en Broadway.
Estuvimos hablando de lo que sufre la gente, de Emila Pardo Bazán y Clarín, de La Regenta, que le da mil millones de vueltas a Madame Bovary.
De la hostia de la mujer de Macron a Macron y de que claramente son una pareja sadomaso y ella es dominatrix y le da por culo con strapon (muy propio de la burguesía francesa).
También de la rueda de prensa de Melody, que fue el verdadero Sálvame que tanto se pretende resucitar.
En la terraza estuvimos rodeados de matrimonios boomers fachas y de familias con niños insufribles.
Nos pedimos unos de los primeros helados del verano.
Bueno, yo un granizado de limón.
Volvió mi chico y fuimos a ver Sirat.
En un momento del cine en el que todo es igual, cortado por el mismo patrón de plástico Netflix, bajo clichés, surge de pronto Sirat, una película nueva, nunca vista hasta ahora.
Una ventana a otro mundos.
En cine se ha hecho todo, pero ahí está la magia, en hacer cada vez parezca la primera. Cine prodigio, inexplicable, que hace que te preguntes qué elementos son reales y cuáles pertenecen al mundo de la ficción. Y sin embargo, la película, desde su arranque, te agarra y no te suelta hasta el final, entre el asombro, la hipnosis y la verdadera conmoción.
Oliver Laxe ha dado un golpe en la mesa del cine contemporáneo y ha puesto orden.
Ya era hora de que ocurriese.
Eso, sí, ojo cuidado con Oliver Laxe como personaje público. Tras esa bella fachada (es el director más guapo del cine español) y esas maneras de iluminado se vislumbra claramente una toxicidad latente, una pasivo agresividad extremadamente manipuladora. Chicas, ni con un palo.
Conócete a ti mismo y hazte ghosting.